para los comillanos, una vista muy familiar , la de su bellísimo cementerio desde lo alto del Prado de San José en una tarde luminoa y tranquila.
Este se asienta sobre los muros ruinosos de la antigua iglesia parroquial de la villa, tal y como podeis advertir en el cuadro. Estuvo en uso como tal hasta comienzos del siglo XVI, cuando un incidente surgido entre nobles y lugareños llegó a mayores y movió a estos últimos a renunciar al culto, no volviendo a poner el pié en su interior. Venticinco años después, se comenzó la construccción en el pueblo de la nueva parroquia que hoy podemos ver, mientras poco a poco lo que iba quedando de la antigua se fué utilizando como cementerio.
En 1893 se requirieron los servicios del arquitecto catalán Juan Domenech i Montaner para llevar a cabo una ampliación. reforzando su estrutura lo necesario, construyendo algunos mausoleos y un arco de entrada; tuvo la suerte de contar con la colaboración del escultor Josep Llimona que nos dejó una espectacular figura de un ángel, el Angel Exterminador, que destaca encima de uno de sus muros.
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