para los comillanos, una vista muy familiar , la de su bellísimo cementerio desde lo alto del Prado de San José en una tarde luminoa y tranquila.
Este se asienta sobre los muros ruinosos de la antigua iglesia parroquial de la villa, tal y como podeis advertir en el cuadro. Estuvo en uso como tal hasta comienzos del siglo XVI, cuando un incidente surgido entre nobles y lugareños llegó a mayores y movió a estos últimos a renunciar al culto, no volviendo a poner el pié en su interior. Venticinco años después, se comenzó la construccción en el pueblo de la nueva parroquia que hoy podemos ver, mientras poco a poco lo que iba quedando de la antigua se fué utilizando como cementerio.
En 1893 se requirieron los servicios del arquitecto catalán Juan Domenech i Montaner para llevar a cabo una ampliación. reforzando su estrutura lo necesario, construyendo algunos mausoleos y un arco de entrada; tuvo la suerte de contar con la colaboración del escultor Josep Llimona que nos dejó una espectacular figura de un ángel, el Angel Exterminador, que destaca encima de uno de sus muros.
como veis, vuelve a aparecer el famoso cabo de la costa cántabra comillana en un día gris y borrascoso pero inmovil y sereno, donde el mar aparece como una lámina de plata.
He tratado de diferenciar bién los dos planos de las bandas nubosas del fondo para darle profundidad al cielo,
los abulenses, y muchos de los que conoceis bién la encantadora y pequeña ciudad de Avila, habreis pasado sin duda alguna por esta calle, más bién callejón, aledaña a la catedral y con forma de ele. A mí , desde niño, siempre me produjo una sensación de misterio, casi de miedo... con quién me puedo encontar ahí dentro?, algo así; estoy por afirmar que es lo más mdieval que se puede encontrar en esta capital. Pués imaginárosla ahora con esa gran nevada que la he adjudicado, cosa nada improbable durante los heladores inviernos abulenses.
Bueno, según las leyendas, la cruz que veis al frente, de madera, hace referencia, como el nombre de la calle, a un duelo allí llevado a cabo entre dos personajes de la nobleza local por una dama, como no, en la que uno de ellos perdió la vida. No dejeis de pasar por ella, mejor cuando nieve y mejor aún en la noche.
una de mis playas favoritas, ó, mejor, uno de mis cuadros de playas favoritos, en el que, aunque apenas se vislumbre el mar a la izquierda, he tratado de bañarle de esa luz vespertina, quieta y dulce que todavía dora una parte de la arena, donde avanza ya, lentamente, la tarde en caída.
La clave estaba en conseguir el equilibrio entre la luz brillante del paredón calizo y esa sombra suave y pertinaz que la va devorando. El primer plano de la esquina inferior derecha, bién tupida de espeso monte bajo, es esencial para conseguir la profundidad del lugar.
así llamada una parte de la larguísima playa que desde San Vicente de la Barquera se extiende hacia el este sin interrupción. A la bajamar es tan amplia que uno tiene que andar lo suyo para alcanzar las primeras olas.
apunte rápido in situ
en realidad el nombre de Udías, en Cantabria, llama a unas minas ya explotadas desde la época romana, que tuvieron su apogeo en la segunda mitad el siglo XIX y primeros años del XX, y de la cual quedan tan solo restos bién identificados. Hoy día se ha reconvertido y podemos disfrutar de una ruta muy amena siguiendo la antigua vía del ferrocarril que se empleaba para el transporte del mineral; os la recomiendo por su belleza y lo recóndito de algunos de sus tramos, donde se deben atravesar algunos túneles..!totalmente a oscuras!.
esta que se vé, es una de esas construcciones, la antigua casa del pueblo, posiblemente un lugar de reunión y actividad laboral de los trabajadores, pero que no he conseguido localizar; el cuadro está hecho a partir de una fotografía encontrada en un libro antíguo; en la web he encontrado sin embargo (http://viajarcon3.com/ruta-las-minas-udias-ninos/) ésta fotografía de una casa restaurada que se asemeja en su alzado algo a la de la obra.
situada en el macizo central de los Picos de Europa, destaca por su esbeltez y, no demasiado larga, llama obligatoriamente la atención por su salvaje belleza. Los colores que veis en el cuadro son, puedo jurarlo, totalmente reales, casi diría que incluso me he quedado corto. La magnífica caliza blanca de los Picos brilla aquí en todo su esplendor.
Para los que visiteis este Parque Natural la encontrareis , subiendo en el teleférico de Fuente Dé y, ya a pié, siguiendo el largo sendero que lleva a la cabaña Verónica, y desviándoos por una enpinada subida totalmente a la derecha, unos cientos de metros antes de alcanzar éste pequeño refugio.
