el cielo frío y plomizo de un día invernal se descuelga cubriendo el arrabal con una lluvia monótona y constante qu empapa y envejece casas, barracones, animales y personas. Se trata de los flecos más recientes de la gran ciudad qué, aún sin conformar, faltos de todo, absorben sin tregua a los recién llegados ansiosos de una vida mejor, mientras va degradándose irreversible y caóticamente la campiña natural circundante.
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