la sombra que proyecta un viejo fresno muy tupido, en todo su esplendor, se convierte en un ansiado y fresco cobijo contra el fuego estival de la meseta castellana. Fuera de ella el aire abrasa, dentro todo es placidez y bienestar. Así, he dividido el espacio en dos partes iguales en tamaño pero digamos que contrarias en sus condiciones físicas: la sombra por ello es tan grande como el resto del paisaje que la circunda amenazante.
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