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04 abril 2022

chicos en Ucieda - 1989


 tres chicos se están metiendo en una irresistible balsa del río Ucieda que recorre el maravilloso parque natural de esa misma denominación y que frecuentábamos en nuestros veranos norteños. Su lecho está salpicado de rocas en muchos de sus tramos, la mayoría envueltas en verdín y resbaladizas, lo que obligaba a hacerlo siempre con mil precauciones, pisa aquí, pisa allá, hasta echarse ya libremente a nadar. El agua estaba siempre muy fría pero también dulcemente tonificante  y la sensación de relajación total y fortalecimiento trás el chapuzón era algo tan placentero como sentir el paraíso. Ucieda en muchos de sus rincones es, efectívamente, un auténtico paraíso vegetal donde uno cree estar compartiendo la naturaleza con nuestros antepasados primitivos: árboles frondosos, algunos imponentes, y una maleza intrincada y excesiva revestida de musgos y líquenes por doquier y adornada de florecillas de todo tipo, todo ello envuelto en una atmósfera gris y acuosa, te cautivan de tal modo que congelan tu tiempo y te llevan a un estado de plenitud total.

Trás esta presentación y volviendo ahora al cuadro, puedo deciros que intenté reflejarlo a base de crear un ambiente verde, vaporoso y cerrado, un enclave escondido pero penetrado por el resplandor manso y liviano de una mañana gris, resplandor que se deposita en cada uno de los elementos que componen la escena, bosque, rocas, agua y niños.

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