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17 marzo 2022

el lord - 1980


 nuestro perro de caza, el Lord, incorporado a la familia desde recién nacido, era uno más entre los cachorros de la última camada de una perra inglesa de Avila cuyo propietario, Rufino, cazador también como los hubiera, era un gran amigo de mi padre. Su estampa era, desde luego, la de todo un lord, por su figura, finura y elegancia de movimientos que adquirían toda su plenitud cuando, gran trabajador, llegaba al cazadero; allí era el rey, la estrella, con sus galopadas concienzudas, sus quiebros rapidísimos y, sobre todo, sus muestras repentinas. El mérito no era de sus amos, creo yo, sino, indefectiblemente, de su sangre, de su raza, ya que estos dones los tuvo, sin ningún tipo de adiestramiento por nuestra parte, desde el primer momento que comenzó a cazar, al igual que sus padres y sus abuelos. Murió el mismo año en que falleció mi padre y lo enterró mi hermano Enrique en la cima de esos cerros altos de Aldeavieja que se ven en el cuadro.


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