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02 marzo 2022

costa de comillas - 1980



 cuando dejamos de veranear en Aldeavieja y trás la muerte de mi joven madre, iniciamos con mi padre una larguísima tradición que se repetiría ya, verano tras verano, hasta hoy mismo, el mes en Comillas,  pequeño pueblo encantador de la costa occidental de Cantabria con sus lluvias, su verdor constante, su carácter norteño y sobre todo, su mar. De la meseta castellana, amarilla y seca, al borde del mar Cantábrico, gris y húmedo. Un cambio radical que desde el principio nos hechizó y que supondría en mi caso el hallazgo de un nuevo filón de bellos motivos para coger pastillas y pinceles e ir a su encuentro.

Este cuadro posiblemente sea uno de los primeros allí ejecutado y, como no podía ser de otra manera, tiene como motivo el mar, solo mar y algunas rocas de la parte inferior de los acantilados. Recuerdo casi exactamente el  lugar desde el que lo pinté en una mañana ventosa de marejada del noroeste.

Un tema como éste, os lo imaginais, solo tiene dos momentos de tranquilidad: al hacer la costa lejana, en éste caso el cabo de Oyambre y al pintar las rocas inmóviles del primer plano. El resto, el oleaje, en contínuo hacerse y deshacerse, se construye diríamos que con la propia imaginación, reteniendo en la mente de forma instantánea una forma, una ola por ejemplo, ejecutando sobre el papel rapidísimamente lo que puedes, esperando otra imagen similar que retienes y acoplas a lo pintado y asi poco a poco hasta llegar a completarla tras unos últimos retoques más tranquilo.

Quiza lo más importante es tener bién definidas las zonas de blancos, espuma. y respetarlas en todo momento; si se pierden por descuido al paso de pinceladas, vale más que comencemos otro cuadro y tiremos éste. Para la espuma de la ola rompiendo bastó con dejar sus blancos y simplemente difuminar con el pincel limpio todo su contorno hacia fuera y mejor con el mar aún ligeramente húmedo.

Afortunadamente el mar de esta escena no tenía demasiados elementos efímeros y no fué mucha la tensión y riesgo. Quedo pasable, un poco monótono el color del agua, y en general todo el cuadro, pero, por otro lado, ésto mismo quizá le aportó parte de la palidez y enturbiamiento de los días borrascosos.

   

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