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21 marzo 2022

avila - 1988


 

Avila de mi infancia, con montones de recuerdos, unos vívidos e inmediatos, casi palpables, y otros borrosos, como sacados de un sueño, y a la que abandonamos con nueve años de edad una mañana de otoño para no volver más que de visita. Recuerdo que dejé sin despedirme y de forma precipitada a los amigos con los que jugaba en la plazuela de San Pedro, me subieron al coche de mi tío, pasamos muchos pinos y al final aparecieron, a ambos lados del coche y ante mis atónitos ojos de provinciano, hileras larguísimas y altísimas de edificios repletos de ventanas : Madrid.

Como suele sucederle a cada cual, mis reencuentros con mi ciudad natal son siempre felices y llenos de sensaciones, no en vano Avila es también la ciudad que elegimos mi mujer y yo para contraer nupcias, y, en fín, siempre hemos buscado excusas para volver a pisar sus calles dormidas en el tiempo y sentir ese aire frío y purísimo con que te sorprende en cada esquina.

Este cuadro nació pues de esta nostalgia perenne, más que como homenaje, como necesidad. Y no será el único de este tema que os mostraré a lo largo de éste blog....ahora mismo me volcaría en otro parecido, o muy diferente, pues Avila de los caballeros y de Santa Teresa estará siempre en mi corazón.

la escena, nada original por otro lado, es la que podemos ver desde los Cuatro Postes, esto es. la fachada de poniente de su recinto amurallado y como recalco ha sido llevada al lienzo infinidad de veces, lo cual no fué inconveniente, pues mi intención era mostrar una visión de la ciudad yerta e inmovil, dormida en el pasado, mirándonos colgada en las alturas.

Si llegais a Avila por la carretera "antigua" de Salamanca podeis parar unos minutos al encontraros con este mismo panorama. Casi con seguridad no encontrareis parecido alguno con el cuadro ni aunque se trate de un día oscuro de invierno, pues la ciudad crece por momentos y todo se rellena con los logros del progreso, cosa que está muy bién, por supuesto, pero por ello son tan necesarios los artistas, los escritores y sobre todo los más excelsos, los poetas, para jugar con el tiempo y con el espacio y transmitirlo a nuestros espíritus. 



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