impresionado por la majestuosidad de sus inquietantes paredes verticales que en unas horas pasaban del blanco calizo al más deslumbrante bermellón, compuse esta obra en la que no olvidé incluir a mi propio hermano posando orgulloso a la puerta del pequeño refugio metálico que llaman Cabaña Verónica. Todo ésto, que muchos lo conocereis, esta en el corazón de los Picos de Europa centrales y es lugar muy concurrido por montañeros y alpinistas de todas partes.
La torre que vemos, Horcados Rojos, ofrece numerosas vías de ascensión, todas ellas difíciles y solo aptas para escaladores con pedigreé, pero la roca es franca en casi todos los recorridos, de ahí su belleza y estimación. Todo éste carácter serio y dificultoso al que se enfrenta el montañero en los Picos, agravado además por sus cambios repentinos del tiempo, me sedujo y, como no, hizo que comenzase a pintar lo que llamamos alta montaña, ésto es, aquella que nos encontramos muy arriba, por encima de los 1800 ó 2000 metros, con condiciones climáticas severas, ausencia total de vegetación y radiación solar extrema. Se convirtió así en un tema muy recurrente para mis pinceles.
Como veis en este cuadro he tratado de reflejar más o menos estas características, introduciendo la niebla, dorada por el poco sol que aparece a intervalos, y esmerándome en reproducir todas las irregularidades que presentan las paredes, que vistas desde la cima, tienen una verticalidad siniestra.
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